Cartas del Desierto
Guillermo Pareja Herrera
El almendro
He dejado el desierto por un rato.Los vientos me han traído pasando por encima de las cordilleras y me he posado en la tierra argentina de la infinita llanura, del infinito verdor. La gran ciudad me recibe, pero aquí es invierno. Un cuarto piso. Un cuarto de hotel. Entre los altos edificios se cuela la mortecina claridad invernal del medio día. Una alegría me visita, la rama desnuda de un gran almendro besa el cristal de mi ventana.Alcanzo a distinguir una tímida yema, un tímido botón que guarda la certeza de una próxima primavera. Una vez más, la dureza del invierno austral marchará en retirada.La nueva vida se acerca, paso a paso. Algo despierta en mí. Me uno a ese andar, a ese júbilo creciente e interior que sabe que, no hay invierno tan poderoso que detener a la frágil y decidida primavera.
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