Estuvimos conversando entre amigos de este desierto acerca de las virtudes de los vinos. Uno se inclinaba incondicionalmente por el vino tinto y otro por el vino blanco y no faltó un tercero que intentara convencer con las escondidas cualidades del vino rosado. Se tocaron varios aspectos destacando la combinaciones, las propiedades, la manera de tomarlos y no faltó la observación sobre cuál de ellos se trepa más rápido a la cabeza. etc. En el grupo estaba un viejo amigo italiano conocedor, por experiencia, del tema y terció así: "Amigos míos carísimos, el problema de los vinos no es que se trepen a la cabeza como dicen casi todos los bebedores, el problema es que el vino se baje a las rodillas, por ahí es donde uno se tambalea y se cae. Así que en adelante es más preciso decir el vino se me fue a las piernas."
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