sábado, 28 de noviembre de 2009

Desasosiego


Crecí con la firme creencia de que el sosiego era el estado óptimo del alma y del ánimo y disfruté de sus mieles. El desasosiego, por lo contrario, lo evitaba a toda costa y paradójicamente se instalaba en mí. Hoy comprendo que los estados anímicos no son fines en sí mismos sino instantes que vivimos de manera cambiante. Más aún he llegado a descubrir y disfrutar de los momentos de desasosiego como señales de vida, de crecimiento y de cambio. Lo tan temido ahora se ha vuelto familiar y hasta señal valiosa en la vida. Por la misma razón me gustó mucho saber que un hombre de más de 80 años como José Saramago dice de su obra literaria que no está escrita ni para agradar a la gente ni para desagradarle sino para causar un cierto desasosiego. Sí, el desasosiego es necesario, muy útil, cuando los seres humanos vamos anestesiados por la vida, aborregados, creyéndonos todo sin el menor recato crítico. Los profetas, los inventores, siempre han sido incómodos y Saramago es perturbador en ese rincón donde termina el continente que se llama Portugal. Pues bienvenido un poco de desasosiego cuando pensamos y creemos que este mundo marcha sobre ruedas y nos vamos a dormir como si nada pasara. Esto está escrito en 2009 y bien vale la pena que nos sacudamos el polvo de la ceguera y el lodo de la sordera y el caparazón de la insensibilidad ante el dolor humano.

1 comentario:

Anonymous dijo...

excelente!!!!!