Hay diversas maneras de auxiliar a las personas enfermas sea en los hospitales o en sus hogares. Una buena amiga me contó de la existencia de las oidoras que son mujeres voluntarias que tienen la preparación en el arte de escuchar atentamente, sin emitir juicio alguno y sí proveen a quienes las buscan de apoyo en la búsqueda de sus soluciones y si el caso no lo permitiera, al menos se sentirán reconfortados por el hecho de haber sido escuchados con genuina atención. En este mundo de tantos ruidos ambientales y de tantos ruidos interiores causados por las turbulencias de la vida bien viene contar con un espacio donde uno pueda ser escuchado o escuchar a quien lo necesite. Vivimos en un ambiente social donde la mayoría quiere hablar, a veces en voz muy alta y hasta se padece de una verborrea extendida. Pero cuando llega el momento en que todo se hace silencio y el ser humano se queda a solas con sus propias dificultades y vericuetos interiores, qué bien viene contar con el recurso de una oidora…
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