sábado, 26 de diciembre de 2009

Partir


El exilio por persecución política no es muy diferente que el exilio por hambre. Nueve, once millones y van aumentando día con día forma la infinita columna de mujeres, hombres y niños que busca en el Norte lo que no encuentran o les es negado aquí. El desarraigo, el adiós, la partida, lo incierto y a veces más sufrimiento y el esfumarse del sueño americano es el final. No todas son historias de éxito como se pregona. Tampoco todo son dramas terribles. Lo cierto es que partir duele. Un migrante mexicano que dejo su terruño para meterse en las entrañas de la Ciudad de México nos ha dejado este testimonio de la vibración de su alma: (…) Silbó el tren. Me monté en él y estoy seguro que (mi madre) lloró aquella noche todas las lágrimas que ante mí contuvo. Estoy seguro porque yo me siento anclado, igual que una pequeña embarcación, a un río de lágrimas.

- Inspirado por Andrés Henestrosa

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