Alternan el trabajo y el descanso, el día y la noche, marchar a tierras lejanas y volver a casa o partir a las trincheras y retornar mutilado. El anhelo es el mismo.El soldado anhela que sus palabras que viajan de su boca a las más apacibles de las playas amadas, puedan anclar en su vientre, remanso de quietudes. El regreso es vivido, teniendo como horizonte la casa paterna, el hogar, el fogón, el vientre, las onduladas planicies familiares. Cada vez que el perpetuo ciclo del año termina, se aviva el anhelo en todo aquel que vive un exilio o migró a tierras lejanas movido por el hambre y la aventura, el amor o el destierro.
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