Las andanzas y las desventuras llegan a secar las lágrimas de los ojos humanos. Llega un día en que éstas brotan como un arroyo que se abre camino entre piedras y se convierte en un río de aguas claras. Las lágrimas son nuestras, son el recordatorio de lo dicho por Terencio hace muchos siglos: Nada humano me es ajeno. Nadie que pasa por este mundo se va de él sin haber mojado a la tierra con sus lágrimas.
- Terencio. Nihil humanum alienum est mihi
- Terencio. Nihil humanum alienum est mihi
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