domingo, 3 de julio de 2011

Para cuando suceda…



Estuve en el hospital. El médico le dio la noticia esperada y temida  a uno de mis queridos amigos de este desierto. Pasó casi un año y ayer durante el café que compartimos le pregunté cómo se sentía el sólo en la casa. Sobreviviendo de paso en paso y de día en día. Seguimos. Luego hicimos silencio, una larga pausa y extrajo del bolsillo derecho de su saco un pequeño papel doblado en cuatro. Me dijo: lo que vas a leer me lo regaló la vieja jefa de enfermeras el día que Ella partió:No llores porque terminó, sonríe porque sucedió. Esas siete palabras juntas son la tabla a la que mi querido amigo se agarró en medio del mar y ahora ya está de vuelta en la anhelada orilla.Esta veridica historia muestra esa cadena solidaria que va de mano en mano.



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