domingo, 14 de agosto de 2011

Sin aliento

Damos por hecho que respiramos, damos por hecho que nuestro corazón palpita y nuestra mente no cesa de emitir pensamientos. Lo inverso a esta trilogía nos pondría en sobresalto, en susto y desconcierto. Alguien sabio formuló lo siguiente. La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento. Quedarse sin aliento es la puerta que lleva al reino de la memoria y de lo inolvidable. Podemos hacer un ejercicio sencillo y luminoso: escribir una lista con todos aquellos momentos en que nos hemos quedado sin aliento. Entonces recordaremos cuándo ha sido por temor, cuándo por amor, cuándo por asombro.


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