domingo, 23 de octubre de 2011

Dos mesas

Hay tiempos y tiempos. Tiempos para aprender y tiempos para enseñar. Tiempos de estrecheces y tiempos de abundancias. Lecciones necesarias que la vida nos regala para crecer como cipreses, como álamos o ceibas, pero crecer. Hablando de estrecheces el buen Julio le dijo a su buen Eduardo más allá del mar: Perdón por las manchas de esta página. Son de té con limon, o de naranja. Puede que un día tenga dos mesas, una para comer y otra para escribir[1]. Esto de las mesas es como los zapatos. Cuántos escribientes pasaron años de su vida con un solo par de zapatos hasta que el abismo del hoyo negro apareció en la suela y un pedazo de cartón detuvo al frio y al agua, mientras llegaba en auxilio otro pedazo de cartón o ,un buen día, otro par de zapatos –no con “cero” kilómetros pero, al menos, de segundo uso. ¡Dos mesas!










[1] Cartas a los Jonquieres.Pag.110

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