viernes, 14 de octubre de 2011

La espera

Nuestra Latinoamérica es riquísima en creatividad artesanal. Todos los materiales imaginables pasando por el papel, la madera, las hojas secas, el barro, los metales diversos, el vidrio los textiles infinitos como sus hilos, los colmillos, cerdas y caracoles, plumas multicolores. Todo se presta  para dejar volar la imaginación de los sentimientos. Luego viene la espera casi infinita en los estantes de los puestos y casas artesanales. Aquí es donde comienzo a sentir una extraña ansiedad mezclada con nostalgia y melacolía.Todo ese universo de objetos vive la larga espera, la infinita espera antes de  encontrarse con quien ha de ser su dueño por un tiempo o largo tiempo  -pero como todo, sólo por un tiempo- para seguir su camino y terminar en otras manos en otros estantes, tal vez de segunda mano- o en el último e inevitable de los casos, volver  al polvo. Arte y artesanía llegan a nuestras vidas, nos enriquecen, nos ayudan  y acompañan por un tiempo, y esa relación es parte de la llamada felicidad –que dicho sea de paso también consiste en tomar de la vida con gratitud lo que la vida nos da, y sólo por el tiempo que nos es concedido.








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