domingo, 16 de octubre de 2011

Ver y ser visto

Fui a la papelería para que hicieran unas fotocopias de un texto querido. Delante de mí en la fila estaba una mujer con su niño. La madre se acicalaba el cabello ante un gran espejo que le confería amplitud luminosa al espacio atiborrado de máquinas y de gente en paciente /impaciente espera. De pronto, el niño le comentó a su madre: He descubierto que el espejo y la fotocopiadora  es lo mismo.  ¿De qué manera? Preguntó la madre. –La máquina y el espejo copian a todo lo que se ponga en frente - puntualizó el niño. Testigo de esta conversación, me quedé meditando:  el espejo es milenario y la fotocopiadora no tiene más de 50 años y necesita de electricidad y de papel para entregarnos su fiel reproducción. Por lo contrario, espejo es el agua calma del estanque, el cristal de mi ventana, el brillo de tus ojos y  siempre reproducirán a quien esté enfrente. Yo pasaré, sin dudar, y vendrán otros muchos después. Todos, sin dudar, se verán fielmente en ese espejo, en el agua calma del estanque.




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