martes, 1 de noviembre de 2011

Las brujildas





Hay unos personajes que forman parte del paisaje humano de este mundo: Las brujas y los brujos. Pero, sobre todo las brujas  -llamadas con cariño brujildas en mi infancia- pues los milenios atestiguan que ellas, las brujas, son maestras en conocer las fuerzas elementales de la vida, como las olas del mar que van y vienen ,los vientos, el fuego, la tierra y sus dones. La maldad, la oscuridad se ha asociado, de siempre, con las brujas. En las dualidades de nuestro mundo se dice que para saber qué es el día existe la noche y viceversa. Para que se dé la bruja negra está la bruja blanca y sus bondades. Ciertas creencias, conocimientos  prácticos y actividades forman parte de las tareas de una buena bruja. La intuición, la sensibilidad, el sexto sentido, la percepción sutil, la sincronía y la telepatía son parte de las habilidades de las brujas. Cuando ellas andan sueltas, desatadas, despiertan no pocas sonrisas con sus travesuras, pero si le dan rienda suelta a su descontrol, igual se tornan en un azote destructivo de vidas, casas y amores. No podemos imaginar a una bruja sin su habilidad para la magia. Hacer magia es la capacidad, en alguna medida, de transformar algún aspecto de la realidad, unas veces para bien y otras para la desventura. Los cuentos modernos han dejado su imagen indeleble de la bruja vestida de negro, con sombrerito cónico y montada en una escoba rondando los aires del mundo con el inconfundible  ¡kackle kackle! que se oye hasta en el último rincón…del mundo.




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