jueves, 19 de enero de 2012

Otros caminos

Nuestra forma de pensar en esta parte del mundo se caracteriza por expresiones excluyentes y no incluyentes. Una fórmula incluyente es la que dice: no sólo esto sino también lo otro. Un ejemplo socorrido es el tema del amor, sobretodo cuando se intenta describirlo en sus rasgos indispensables. Para algunas personas el componente sexo-genital es indispensable mientras para otras personas por sus circnstancias, salud, edad, capacidad y discapacidad pueda ocupar un lugar subordinado. No dejó de ser luminosa una proposición que, anónimamente, leí en un texto filosófico y dijo así: El amor no es tener novia, ni besar, ni tener sexo. El amor es amar, cuidar, respetar y dedicar tiempo a algo o alguien. Veo pues, en esa propuesta el rescate del elemento vínculo entre los seres humanos, puesto en un plano que -sin negar lo físico- destaca la dimensión más perenne del amor humano, más allá de la natural contingencia, desgaste, enfermedad y vejez.

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