viernes, 4 de mayo de 2012

Un juguete






Cada cual -sea niño o viejo niño-  tenemos nuestros juguetes y cuáles son, es asunto de cada cual, pero es difícil pasarse los años de la vida sin algún juguete. Mi buen Julio recibió en una navidad romana un espléndido Caleidoscopio que lo hizo brincar y maravillarse de gusto y pasar horas absorto en sus giros mágicos. Además de ser uno de sus juguetes preferidos le sirvió, como decía pícaramente ,como prueba psicológica para detectar las afinidades con sus amigos y conocidos o confirmar la gran distancia que se da entre ellos. Emulando a las pruebas proyectivas como la famosa prueba de las láminas con manchas de tinta o Test de Rorschach, Julio ofrecía a sus visitas que jugaran por unos minutos con el caleidoscopio y si su amistad enloquecía y saltaba en el aire ante la maravilla de tal juguete ,esa visita pasaba a formar parte, instantáneamente ,de su equipo conocido universalmente como el equipo de los Cronopios. ¡Que manera tan feliz de saber, simplemente, si estamos ante alguien que conserva su parte de niño curioso y admirado o es un adulto que perdió a su niño en no sabemos dónde, ni cuándo.

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