sábado, 30 de junio de 2012

Fueguito




Sucede que voy por el llano, el desierto se distiende en el horizonte infinito. Vuelvo la mirada y de pronto una libélula se posa en una piedra, me mira sonríe, sigue su viaje. Así también me sorprende una nube y el arcoíris. Suma de instantes sorpresivos. De vuelta a casa escucho un cantar a través de mi viejo radio  de la Chevrolet. Es la voz de un querido cantor folklórico del campo argentino. Es el Chaqueño Palavecino. Como quien atrapa un instante del milagro fugaz, atino a retener unas líneas de su canción  -de la cual ignoro su título mas no importa:  “… echarle leñita al fuego… (las brasas) si las pisas  (el fuego) ya no arde y si arde poco, nomás le soplas (…)  Y si el amor se acerca,  ¡ni toda el agua del mar lo apaga¡. Sopla al fueguito cuando el amor tiene frío. Arrópalo cuando esta débil. ¡Échale leñita al fuego! …





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