martes, 7 de agosto de 2012

Sin amo ni rienda

Nuestro desierto es parte de la visión mitológica del mundo y los que no viven en estas tierras  asocian el término desierto con silvestre, bravo y salvaje   -para referirse a lo que sucede en estas tierras, aludiendo a los animales, las plantas y a nosotros los humanos o semi bárbaros.   Pues más allá de esas creencias hay una gran reino o dominio  -muy querido para mí-    donde no hay soga que ate, ni candado que cierre, ni miedo que detenga y para ello hemos de voltear la mirada a la naturaleza donde descubrimos que: Existen cosas sin amo como  el agua, el aire y los sueños [1]. En esta tierra desértica florecen abundantemente,  pues el agua nos visita cuando se le antoja y le rogamos y suplicamos  -pero ella es dueña de sí misma y de nadie más. Los vientos no los vemos   -no sabemos de donde vienen ni a donde van pero nos visitan a su antojo, como brida o vendaval hasta ahogarnos en arena –para recordarnos nuestro prístino origen.    Los sueños señores de la siesta y de la noche cabalgan por las praderas libres de nuestra imaginación, pasión y emociones y nos invitan a cabalgar con ellos en libertad. Hermosa es esta tierra nuestra, sin duda.



















[1] Inspirado por un apunte de una amiga tuitera: Abigail Ángeles Silva

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