Puerta de mi casa…
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J en el columpio |
Por nuestro carácter
trashumante nos ha sucedido ,me incluyo,
que dejamos la patria mayúscula,la patria grande y la patria chica para
marcharnos a tierras lejanas en tiempo y espacio. Lo que les ha sucedido a
menos de los muchos es…volver. Volver puede ser una experiencia tan estrujante
como el partir. Julio dejó a su Buenos
Aires y anduvo dando clases en la provincia hasta que en Julio de
1944 viajo a Mendoza para dar clases de literatura en la recién nacida
Universidad de Cuyo hasta diciembre de 1945.
Con sus treinta años cumplidos
dejó una estela luminosa de apuntes, apuntes de clases,bibliografia sugerida, correspondencia
y amistades entrañables. Retumbaban los pasos del peronismo y los cañones de la
segunda guerra mundial en ese año y medio. Julio viajo a París y volvió a su
Mendoza adoptiva con el doble de edad y
las huellas de la madurez en 1973. ¿Cómo registró Julio ese reencuentro? : Como
otras veces, hubiera podido entrar en la Argentina por vías más cómodas y rápidas.
En cambio tomé el Transandino para acercarme despacio, saboreando el paisaje,
como quien se demora en comer un durazno. Y te bus- qué, Mendoza, porque te
quiero desde muy lejanos tiempos, desde una juventud que se niega a morir en
vos y en mí como si veintiocho años no hubieran pasado por tus calles o por
mi cara. Y sos la de siempre, me das otra vez el rumor del agua de la noche, el
perfume de tus plazas profundas. Para un viajero del mundo que siempre llevó
consigo a su Argentina y trató de decírselo con libros, qué recompensa me
das hoy, Mendoza, puerta de mi casa, amiga fiel que me sonríe.
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