jueves, 4 de septiembre de 2014

Puerta de mi casa…





J en el columpio
Por nuestro carácter trashumante  nos ha sucedido ,me incluyo, que dejamos la patria mayúscula,la patria grande y la patria chica para marcharnos a tierras lejanas en tiempo y espacio. Lo que les ha sucedido a menos de los muchos es…volver. Volver puede ser una experiencia tan estrujante como el  partir. Julio dejó a su Buenos Aires y anduvo dando clases en la provincia hasta que en Julio  de  1944 viajo a Mendoza para dar clases de literatura en la recién nacida Universidad de Cuyo hasta diciembre de 1945.  Con  sus treinta años cumplidos dejó una estela luminosa de apuntes, apuntes de clases,bibliografia sugerida, correspondencia y amistades entrañables. Retumbaban los pasos del peronismo y los cañones de la segunda guerra mundial en ese año y medio. Julio viajo a París y volvió a su Mendoza adoptiva  con el doble de edad y las huellas de la madurez en 1973. ¿Cómo registró Julio ese reencuentro? : Como otras veces, hubiera podido entrar en la Argentina por vías más cómodas y rápidas. En cambio tomé el Transandino para acercarme despacio, saboreando el paisaje, como quien se demora en comer un durazno. Y te bus- qué, Mendoza, porque te quiero desde muy lejanos tiempos, desde una juventud que se niega a morir en vos y en mí como si veintiocho años no hubieran pasado por tus calles o por mi cara. Y sos la de siempre, me das otra vez el rumor del agua de la noche, el perfume de tus plazas profundas. Para un viajero del mundo que siempre llevó consigo a su Argentina y trató de decírselo con libros, qué recompensa me das hoy, Mendoza, puerta de mi casa, amiga fiel que me sonríe.

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