He
caminado por las viejas calles empedradas de Colonia -antigua fortaleza
uruguaya sobre el río de La Plata. Ahí se erigió un faro –rodeado de pequeñas
casa de piedra y teja de barro horneada- para guía de los navegantes a lo largo
de su compleja historia en manos de portugueses y españoles hasta pertenecer al
Uruguay independiente. Mas de 100 escalones, una potente luz y su esbelta
figura blanca caracterizan a este faro que no deja de ser la luz salvadora en
medio de la oscuridad del mar. Al estar disfrutando de la espléndida vista me
visitó la pregunta ¿quién ha sido un faro para mí en la vida? Y en
correspondencia volví a preguntar ¿para quién soy yo la luz de un faro? Una
mezcla de gratitud y responsabilidad me llenó en esas alturas con cielos despejados
y una brisa intensa y fría. Los faros en su nobleza se reconocen como señales
pero depende de los navegantes que hagan caso de su luz y su mensaje. Seguir o
no seguir la luz puede ser la clara diferencia entre navegación venturosa o
desventurada, entre llegar a puerto seguro o desaparecer.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
1 comentario:
Perdurar en el tiempo. Nada se pregunta la semilla llevada por el viento. Se abandona en el sueño que el creador ha tenido para ella, con la certeza de que en ella está el potencial para germinar. Todo lo demás vendrá a su debido tiempo y, sin detenerse, continúa su camino con la gracia de Dios.
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