Parece que ya se agotó la generosidad y solidaridad europea para recibir a los refugiados, que lo han perdido todo menos la vida. Pasada la emoción y una cierta compasión ahora se habla de cuotas de refugiados a repartirse entre los europeos. El asunto ha perdido -como globo que se desinfla- su rostro humano terrible y ahora es objeto de cálculo, de estadística, de costos.
Me conmueve la claridad con la que Z.Bauman retrata este instante de nuestra historia inhumana:
" Los refugiados no cambian de lugar en el mundo, pierden su lugar en el mundo, se les catapulta a ninguna parte, al 'no lugar' "Ahora se les devuelve a su lugar de origen , algo imposible como volver al seno materno o al paraíso del cual salimos un día. Me detengo en la expresión 'a ninguna parte' y el concepto es claro pero la sensación es un escalofrío.
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