El verano en el desierto es prodigo, generoso en calor y
por otro lado,tremendo,breve,austero en lluvias. Nuestra esperanza ,instrumento
de adivinación popular, y fantasía es la observación constante de las nubes y
sentir de dónde y como sopla el viento. Gozamos con tener y tenemos como gozo a
las nubes en sus variadas formas siendo las veraniegas brillantes, redondas,
abundantes pero igual de veleidosas -cuando uno piensa que descargarán aquí se precipitan
donde el horizonte ya no es nuestro. Pero llega el día gratuito como hoy cuando
las nubes en nuestro cielo se convierten en UNA, grande, hermosa, preñada nube
de agua. Así ,maduro el tiempo y coincidiendo
augurios,anhelos,esperanzas,cálculos y otras operaciones de la mente y del
corazón…sopla, truena y llueve estruendosamente, breve y austeramente y nos
llena de regocijo. Sé que en otras partes del mundo todo lo dicho es innecesario,
pero en estas tierra una gota es una fiesta como la primera gota que llovió en
este desierto ,algún día.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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domingo, 23 de junio de 2013
sábado, 5 de mayo de 2012
Bronces,pasos,libertad
Paseo.
Los pies me llevan sosegadamente hasta la plaza empedrada -resplandeciente del sol del atardecer, rica
en dorados, abundante en hojas de otoño
y calma de los paseantes en domingo. Una trilogía de caballos preside la plaza.
Bronces tan llenos de “vida” que despiertan la pregunta de un niño junto a la
fuente de aguas claras, juguetonas: “Papá, ¿por qué los caballos no bajan a
tomar agua a la fuente si tienen sed? Para la mente adulta hay una
condición clara de imposibilidad y confieso que todo es posible para la libertad imaginativa de los niños. Por otro lado, he descubierto que algunos humanos compartimos la misma condición pues
qué poco bajamos a beber de la tarde y sus encantos, de un paseo por las
plazas, del placer de leer un libro en una banca -mientras el sol nos besa en
la frente y las alondras revolotean en la libertad de lo alto.
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