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viernes, 15 de marzo de 2013

Refugio







Parte interesante de nuestra vida humana es el reconocimiento y aceptación de nuestra fragilidad. Un microbio -sólo percibido por el potente microscopio- nos puede aniquilar. Sobrevivimos escasamente a la falta de oxígeno, agua, sueño y sólidos. Nuestro cuerpo es frágil y cualquier objeto lo lastima y desfigura. Ante esta y otras manifestaciones de nuestra fragilidad le presentamos la previsión para adelantarnos a los accidentes. Nuestra fragilidad la cuidamos poniéndonos a salvo, buscando diferentes refugios  -ante las cambiantes condiciones del clima y las conductas amenazantes  de otros humanos ,etc.  Uno de esos refugios es nuestro hogar donde nos sentimos a salvo, particularmente, de no pocos infortunios. Pero el hogar de hoy suele estar ,a su vez, lleno de ruidos, imágenes del televisor,etc. Se necesita pues tener un refugio dentro del refugio y ese refugio se llama el libro. El libro callado que nos escucha, que siempre está de buen ánimo para recibirnos, que es de una calidez magnífica entre nuestras manos y acepta que nos quedemos dormidos mientras lo leemos. Sabio mi buen Julio cuando escribió: Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo.