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martes, 19 de julio de 2011

Lo insignificante

Me llama la atención los rasgos característicos de nuestra forma de pensar  en esta parte del mundo. Estamos dominados por el ideal olímpico de buscar siempre lo más alto, lo más fuerte, lo más rápido. Asi, tenemos la comida rápida, el amor rápido, el transporte rápido, las comunicaciones instantáneas etc. Por otro lado nos obsesiona ser el número Uno en casi todo y siempre dentro los mismos parámetros: lo más grande, lo más  caro, etc.  Pero, así como el día necesita de la noche y lo alto de lo bajo, un hombrecillo desnudo, escuálido y perturbador -con su gran poder personal- como fue el Mahatma Gandhi o Espíritu Grande ante el gigantesco imperio británico nos dijo y nos confirmó con su vida la importancia de lo pequeño, la importancia del  Otro, y de los Otros con unas escasas pero inolvidables palabras: Casi todo lo que realices será insignificante, pero es muy importante que lo hagas. En esa parte del mundo que asciende hasta los Himalayas es muy cierta la forma de ver la vida que le da el valor a lo insignificante y les lleva a decir que un cubo de tierra tras otro cubo de tierra pueden formar una montaña.   

sábado, 18 de junio de 2011

Un paso hoy y mañana también

Como un mantra que se repite infinita y cadenciosamente viaja por el mundo el clamor humano por la felicidad. Fórmulas implorantes como: si yo fuera, si yo tuviera, si yo supiera son los condicionantes para acceder a la huidiza e inalcanzable felicidad. Lo dicho puede resumirse  al estilo de Oscar Wilde quien le confió a un buen amigo: Para la mayoría de nosotros la verdadera vida es la vida que no llevamos. Puede ser cierto que hay metas para ser alcanzadas, la dificultad es que las ponemos afuera y lejos de nosotros cuando, lo que sucede es que están en nosotros y debajo de nuestros pies. Por tanto, esa vida inalcanzada, está en las yemas de nuestros dedos si consideramos que depende de nosotros el empeñar nuestra vida en ser vivida y no sólo pensada, en dar un paso hoy y mañana dar el que sigue –según la filosofía de kaizen   -donde lo que cuenta es ir de paso en paso-