lunes, 22 de febrero de 2010

Daño y maldad

Daño y maldad. Son dos términos diferentes entre sí pero suelen ser confundidos. El daño es lo que se echa a perder, lo que se estropea. Hoy estamos inmersos en un océano noticioso que se difunde instantáneamente mostrándonos los perjuicios materiales y las pérdidas de vidas humanas humanos causados por los terremotos, huracanes, tifones, inundaciones y el frio boreal invernal. Todo este conjunto de daños tienen su origen en las fuerzas naturales desplegadas. La maldad por su parte, sólo se entiende como una conducta ejercida por los seres humanos con la intención de dañar a otros seres vivos. Esa intencionalidad es lo que hiere, lastima y deja huellas profundas que se trasmiten de generación en generación en forma de resentimiento, desconfianza, prejuicios.Pensemos en los crímenes, las guerras, los despojos, las violaciones, el robo. Pero cuando la naturaleza embate y somos sus víctimas es fácil, relativamente, sobreponerse ante las pérdidas porque la naturaleza por definición así es y no abriga la intención de dañarnos. Tal vez lo que digo no es un consuelo inmediato ni mágico para nadie pero al permitirnos profundizar en estos términos podemos alcanzar una perspectiva más sana ante la vida y sus imponderables.

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