Los humanos decimos que la cadena de los infortunios es casi infinita compuesta de infinitos eslabones que son la representación de que todo bajo el sol es producto de causas y sus respectivas consecuencias –de tal manera que sería absurdo caminar sobre la palaya y no dejar huellas en la arena. Los infortunios se manifiestan de mil formas hasta el punto tal en que gritamos: sólo falta que sobre mojado, venga lo llovido. El poeta Seishi escribió tres líneas llenas de sabiduría:
En el momento
en que la pena llega a su culmen
alguien parte una rama seca
Sucede que cuando creemos que ya lo hemos sufrido todo, alguien parte una rama seca, para simbolizar que también el corazón se quiebra, que el corazón suena como una rama seca que revienta. Las vidas humanas y las vidas de pueblos enteros, rebosan con muestras de este tipo, pues mueren de hambre, padecen la opresión de sus gobernantes, se les muere un hijo y la cosecha se pudre por los bajos precios, o por las aguas desbordadas. Una conjunción de causas humanas y causas naturales. Ambas se entrelazan. Nuestro trabajo está, sin duda, en la dimensión de lo que se puede evitar.
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