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domingo, 10 de noviembre de 2013

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Nuestra vida en el desierto está poblada por alegrías y penas que derivan de la experiencia de pasar por la vida, de ver partir a los seres amados y vivir las cuatro estaciones cíclicas de año.La gente de estas tierras se sabe interdependiente de los demás vecinos. Para nosotros es natural el vivir con aquello de hoy por tí, mañana por mí. Esta sabiduría queda plasmada en el dicho que me compartió una amigo danés hace muchos años: Una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida, en media pena.[1]







[1] Proverbio Sueco

viernes, 19 de marzo de 2010

Rama seca y quebrada

Los humanos decimos que la cadena de los infortunios es casi infinita compuesta de infinitos eslabones que son la representación de que todo bajo el sol es producto de causas y sus respectivas consecuencias –de tal manera que sería absurdo caminar sobre la palaya y no dejar huellas en la arena. Los infortunios se manifiestan de mil formas hasta el punto tal en que gritamos: sólo falta que sobre mojado, venga lo llovido. El poeta Seishi escribió tres líneas llenas de sabiduría:

En el momento
en que la pena llega a su culmen
alguien parte una rama seca

Sucede que cuando creemos que ya lo hemos sufrido todo, alguien parte una rama seca, para simbolizar que también el corazón se quiebra, que el corazón suena como una rama seca que revienta. Las vidas humanas y las vidas de pueblos enteros, rebosan con muestras de este tipo, pues mueren de hambre, padecen la opresión de sus gobernantes, se les muere un hijo y la cosecha se pudre por los bajos precios, o por las aguas desbordadas. Una conjunción de causas humanas y causas naturales. Ambas se entrelazan. Nuestro trabajo está, sin duda, en la dimensión de lo que se puede evitar.