jueves, 24 de febrero de 2011

Querido Álamo

¿Qué es un Árbol? Preguntó mi maestra. Recuerdo vagamente algunas respuestas. Pero la que nunca olvidaré fue la de un desconocido niño que con el paso del tiempo se convirtió en querido amigo y en arquitecto de fina sensibilidad. Dijo entonces: Un árbol es una mano extendida que acaricia a los cielos azules. Hoy, muchos, muchos años después, en este desierto nuestro he visto cómo talaban a un árbol decrépito para que por ahí pase una autopista. Me he dicho que el cielo tiene un hueco donde antes estuvo el álamo añoso. Me he preguntado: ¿Donde dormirán los pájaros que por generaciones lo tuvieron como hogar vespertino? ¿Dónde descansarán las mariposas en su cansancio?  ¿Dónde detendré mi vista que había hecho del decrépito álamo, una parada obligada en mi camino de cada día? Los pájaros, las mariposas y los humanos sólo tenemos ante nosotros la dolorida imagen ausente del decrépito álamo. Resta preguntar: Tú, querido álamo, centenario álamo del desierto ¿Qué sientes al ser arrancado de entre nosotros?

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