domingo, 5 de junio de 2011

De grandeza y pequeñez

Un ejercicio básico del aprendizaje de nuestra lengua es la correcta conjugación de los verbos, sus tiempos y personas. Por ejemplo el verbo nacer. Nacer, precondición para poder pensar sobre la vida. Unida al nacer está la pequeñez o la grandeza humana. Es un rasgo distintivo de nuestra cultura la fascinación que la grandeza ejerce en no pocos humanos. Pues resulta que estaba mi buen amigo Enrique disfrutando de su periódico junto a su café infaltable y al comentar juntos algunas noticias salió a relucir el tema de la grandeza de ciertos políticos, de ciertos científicos, filósofos y monarcas. Hizo una pausa y Enrique me regaló esta redonda  conclusión que si mi memoria es fiable dijo así: Algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande. De tal manera es cierta esta observación que la grandeza de unos puede ser una luz brillante en la noche oscura del conocimiento o puede ser la piedra atada al cuello que los hunde en las profundidades oceánicas.


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