viernes, 23 de noviembre de 2012

Derrota y victoria


 
 

Un rasgo distintivo de nuestra cultura es el anhelo de permanencia o durabilidad indefinida de los llamados bienes. Esos bienes también suelen ser llamados perecederos aunque pareciera que son inmortales. Así, cuando alguien construye su casa, cuando alguien adquiere un vehículo piensa que es para siempre y siempre es siempre. Pero nada de lo que está bajo la luz del sol es para siempre, nada, ni las personas, ni las ideas ni las cosas. En el campo de los errores humanos casi todo puede ser reparado y en el mundo de las competencias como de los combates impera la misma regla que dice así en boca de  mi querido José Saramago: La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitivo.

 

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