miércoles, 6 de febrero de 2013

Vaso y lámpara





Diógenes
Que nacemos vacíos de nombre y nos dan un nombre, es evidente, que nacemos vacíos de conocimientos y nos hacemos paciente y largamente de ellos, es un gran trabajo. Además nacemos vacíos de orientación en la vida –un Norte, una misión y tarea-  y la descubrimos paulatinamente para vivir de acuerdo con ella y navegar. La conciencia de estas circunstancias nuestras le llevó al gran Plutarco a escribir con luminosidad certera:  El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender.  La afirmación presupone, de alguna manera, que el sólo conocimiento no basta, pues nos convertiríamos en una enciclopedia, sino el conocimiento iluminado que se vuelve útil y servicial, generoso y compasivo para con nosotros y nuestra comunidad humana.


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