La humanidad lleva más de veinte años
abocada a los llamados procesos de
integración económica a través de los tratados de libre comercio entre naciones y conjuntos de
naciones -de los llamados primer,
segundo y tercer mundo o países desarrollados y en vías de desarrollo. Me queda
muy claro que el énfasis se ha puesto en la globalización de la producción de
bienes, en la globalización de los mercados, en la globalización de los
capitales que buscan invertir donde más ganancias puedan alcanzar en las
mejores condiciones. Las democracias están condicionadas por el poder económico
de unas quinientas empresas mundiales y
su capacidad de presión doblega a los representantes y gobernantes de naciones
grandes, medianas y pequeñas. Lo último es que ha quedado al descubierto la
inmensa telaraña de la maquinaria de espionaje norteamericano que partiendo de
la tesis de combate al terrorismo, desde el Septiembre 11 de 2001 extiende sus
tareas al campo industrial y de las materias primas -sin dejar de escuchar las
mismísimas conversaciones de los principales gobernantes del planeta. Pareciera
que todo se reduce en este mundo a poder y dinero y a más poder y más dinero
concentrado en pocas naciones y en pocas manos visibles e invisibles. Hoy me pregunto 4 cosas: ¿No ha llegado ya la
hora de pensar seriamente en que el mundo y la vida no es sólo un gran mercado
para comprar, vender y especular, ni sólo un conjunto de tratados de libre comercio? ¿No es hora de trabajar en la
globalización de los seres humanos, es decir, no debemos alcanzar una integración
humana? ¿No es el tiempo para
que los seres humanos podamos
caminar, navegar y volar libremente por el planeta entero compartiendo nuestro
saber, nuestras habilidades y bondades y que no tengamos ciudadanos de primera
,segunda, tercera y sin nombre? ¿No ha sonado la hora de crear tratados de integración humana en grandes familias humanas
como la latinoamericana mestiza, afro e indígena y así en cada continente? Los
humanos vivimos obsesionados con los mercados económicos y hemos dejado fuera al invitado
principal que da sentido a tanto trabajo: el ser humano. Cuando se
escriba la historia de nuestro planeta no será grato hablar del siglo 20 como
el más mortífero y del siglo 21 como el siglo de unos pocos que arrasaron con
todo. Estamos ante la oportunidad de aprender de lo vivido con errores y darnos una oportunidad para el salto
cualitativo de humanización.
Es una antología de las Cartas del Desierto que trasmito en Radio Universidad 105.3 FM y 1310AM, Chihuahua. Mexico. Una mirada sobre el mundo, la vida y la historia Social desde el desierto Chihuahuense en el Norte de México. Escribo y comparto mis sentires mientras vamos de camino: Si estas Cartas te ayudan y las reproduces, cita al autor y a la fuente. ¡Gracias por escribir tus comentarios¡ -La vida abre la puerta,nosotros hacemos el camino-
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