martes, 6 de enero de 2015

Un deber olvidado

En el desierto tenemos una expresión popular que es común en la patria: Ya viene la cuesta de Enero. Comenzar un año nuevo no sólo es el jolgorio de las 12 nuevas campanadas sino la realidad de comenzar con un mes cargado de gastos fijos que se reflejan en nuevos impuestos gubernamentales a la gasolina,la comida, el gas ,etc. La tendencia local y mundial es que la vida se encarece y no que se abarata. Asi como uno hace acopio de ropa para sortear los rigores de nuestro invierno boreal así también nos hacemos de aliento renovado para surcar con buen talante lo que la vida demanda de nosotros. Hay derechos y hay deberes y entre éstos hay uno que me gusta recordar en estos días cuesta arriba: No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices.  Pensamos  que ser felices es algo opcional, algo para los buenos tiempos y la verdad es que ser felices es uno de nuestros deberes y cada día hemos de preguntarnos ¿cómo he vivido para sentir una ratito de felicidad? . Algunos autores, como el querido Stevenson nos recuerdan que es fácil distraerse, confundirse y olvidarse de lo importante: Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.

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