Me detuve en la sílaba mí y se abrió el reino infinito de la posesión, los poseedores, los poseídos y los desposeidos.
Mi patria,mi ciudad, mi casa, mi familia, mi cuerpo, mis pocos pelos pero bien peinados.
Este pronombre en su brevedad y pequeñez es potente ,ambicioso hasta la médula.Pero su ambición y potencia a la larga es un espejismo,una decepción.Todo lo atesorado se queda en este mundo.Nos pavoneamos al decir "mi vida" como dueños y señores de ella pero no tenemos la más remota idea de cuándo y cómo nos marcharemos de este mundo.Cuando vuelvo a la ciudad que me vio nacer ya ni puedo decir con propiedad "mi ciudad" pues casi me cuesta reconocerla por sus transformaciones y quienes fueron niños ya se han ido de este mundo. Al decir de José Emilio: "La vida no es de nadie,la recibimos en préstamo...""
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