martes, 13 de octubre de 2015

Nuestras bibliotecas del desierto



Imaginemos el día con día de nuestra vida en el desierto desde siglos  atrás. No luz eléctrica, no ferrocarril, no carreteras. Sólo caballos. Muchos caballos y las piernas para caminar. ¿Noticias? Sólo las que trae el viento diciendo que se acerca la humedad y más tarde un aguacero, que pronto llegará el calor, que no tardará en bajar el frío del norte hasta helar y nevar. Las otras noticias, las de los humanos y sus alegrías y tristezas son de hace un minuto cuando se inventaron los periódicos, las revistas, la radio y todo lo demás. Aún hoy en nuestros ranchos, en pleno siglo 21 cuando el sol se esconde la gente se reúne junto a la estufa  -sea de leña o gas- y comienza la ronda del último alimento, café, la tortilla de harina y se cierra el día con historia, historias del día, del campo,de los animales y de los forasteros,de los que van a llegar y de los que ya se fueron. Los viejos,nuestros viejos son el pilar de nuestra tierra. Aquí la cultura es conservada con lealtad en la memoria de nuestro pueblo.Nuestra bibliotecas son humanas. Cuando se nos muere un anciano, una anciana, se muere con él y con ella una biblioteca y por eso procuramos salvar en vida, con la memoria, las huellas de sus cuentos, la huella de sus dichos y proverbios, sus historias de otros tiempos -que como lampara de aceite, ilumine nuestro presente vacilante y nuestro incierto futuro.


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