domingo, 7 de marzo de 2010

Andante cantábile

Tuve cuando fui un niño a un buen amigo llamado Enrique, quien me llevó varios años adelante. Para mí él fue una mezcla de sensibilidad, agitada, nerviosa, con un fino oído musical. Una tarde de verano me hizo escuchar la Pequeña serenata nocturna de Mozart y un mundo de alegría se me iluminó. En ese estado de ánimo me mostró algunas copias de las brevísimas cartas que le enviaba diariamente a su novia o enamorada, que estudiaba piano. Me maravilló no sólo escuchar los sentimientos de Enrique sino la musicalidad de sus cartas pues cada una de ellas comenzaba diciendo: me siento hoy en un Rondó allegro vivace o estoy en un Allegro ma non tanto o cuando hacían su cita le decía: Iremos al parque para tener nuestro Andante cantábile. Para mí fue un mundo nuevo iniciarme en los viajes de la imaginación amorosa a través de las expresiones italianas del lenguaje musical. Hoy, muchos años después, al escribir estas líneas me siento en un Adagio sostenuto ed espressivo.

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