lunes, 4 de octubre de 2010

Un para qué

En los primeros días de mi vida me intrigaron mucho los ¿por qué?, de casi todo. Con el paso del tiempo descubrí el sabor cercano y familiar de los ¿para qué? Surgió como un geiser cristalino la columna de los ¿para qué? Para qué sentir, para qué los 10 dedos de las manos y para qué el pelo y para qué el miedo y para qué la alegría y para qué el odio y para que correr y saltar y cantar. Hace poco tiempo, durante un taller, una compañera me sorprendió con un hermoso ¿para qué? -al hacer un recuento de sus habilidades y destrezas expresó lo siguiente: Nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección todas las veces que sea necesario.



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