martes, 5 de octubre de 2010

Buscamos un hogar

He vivido algo insólito. Fui encontrado por una pequeña canasta de mimbre en el vestíbulo del club deportivo que frecuento. La mencionada canastita contenía una docena o más de libros dispuestos con cuidado y en buen estado. En la mesa estaba una hoja de papel con este mensaje: Buscamos un hogar. Quedé conmovido. La mirada mía se distendió y al mismo tiempo estaba consciente de la invitación a la adopción. Llegue solo, volví acompañado por Marguerite Yourcenar y sus Memorias de Adriano, con su espléndido traductor, mi querido Julio Cortázar –quien un día dijo que esa traducción fue un gozo para él, pero que nunca conoció a Marguerite,la autora, en persona. Dos grandes montañas sagradas de las letras, reunidas en una humilde cesta de mimbre puesta en una mesa por algún ser generoso que compartió sus libros.

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