miércoles, 6 de octubre de 2010

Los domadores



Para nuestra gente del desierto hay tres faenas inevitables. La primera es saber domar un caballo pero para domar un caballo antes hay que cumplir la segunda faena que es domar, mínimamente, la propia mente para respetar al caballo, para entenderlo y llevarse bien con él. Los jinetes cruzan estas tierras de sur a norte y de oriente a poniente a través de valles quietos que no se mueven, de árboles quietos que no se mueven. Los jinetes del desierto tienen una tercera faena inevitable que es domar los caminos hasta hacerlos familiares a fuerza de transitarlos. De ahí surgen las veredas y los camino de herradura. Estos son los domadores del desierto, gente que guía a su mente, gente que guía a su caballo, gente que doma los caminos.


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