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miércoles, 6 de octubre de 2010

Los domadores



Para nuestra gente del desierto hay tres faenas inevitables. La primera es saber domar un caballo pero para domar un caballo antes hay que cumplir la segunda faena que es domar, mínimamente, la propia mente para respetar al caballo, para entenderlo y llevarse bien con él. Los jinetes cruzan estas tierras de sur a norte y de oriente a poniente a través de valles quietos que no se mueven, de árboles quietos que no se mueven. Los jinetes del desierto tienen una tercera faena inevitable que es domar los caminos hasta hacerlos familiares a fuerza de transitarlos. De ahí surgen las veredas y los camino de herradura. Estos son los domadores del desierto, gente que guía a su mente, gente que guía a su caballo, gente que doma los caminos.


miércoles, 28 de julio de 2010

Se dice, comúnmente, que es terrible estar preso en una cárcel y es doblemente terrible si se está siendo inocente. Sea como fuere la situación, estar preso es no poder disfrutar de la libertad de movimiento, ir de aquí para allá y no poder ejercer otros derechos asociados con la libre expresión y asociación. Sin embargo hay que darse la oportunidad para ver que ninguna prisión del mundo puede encerrar los pensamientos que viven en cada preso. Los pensamientos le pertenecen a cada uno. Cada cual puede ser gobernado por sus propios pensamientos, muchas veces perturbados o convertirse pacientemente en el conductor, el jinete que cabalga sobre sus pensamientos y los lleva a donde él decide. Esa es la máxima libertad y fortaleza humana. Ser dueño y señor de nuestros pensamientos y que ellos, como vientos favorables, hinchen la vela mayor de nuestra nave para llegar a buen puerto.