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viernes, 19 de junio de 2015

Navegantes

Hay un ambiente y un clima para cada ser vivo en nuestro mundo y cada ser vivo busca el clima que le acomoda para vivir. He ahí el gran desfile de osos polares, camellos, serpientes y pingüinos, cóndores y tortugas gigantes. Los desiertos de nuestro mundo son pródigos en  caballos y camellos . He aquí un homenaje poético a esos callados, serenos navegantes en la mar de  arena:
Camello  [1]

Bebe desiertos y calor,
acumula espejismos
de arena
en sus jorobas.




[1] Inspirado por E. Bartolomé

jueves, 10 de abril de 2014

Caballo

GPH
Los hombres y mujeres del desierto desarrollan la herramienta de la observación. Pocas, pocas palabras con abundante observación. Tal vez ahí radica la fuerza sentenciosa de sus frases sabias. Como Esteban  - amigo vaquero y ranchero-   quien me dijo un día: Nadie le enseña  a un caballo  cómo correr. 

lunes, 30 de mayo de 2011

Un pueblo aquí, otro más allá

Desde hace 500 años el desierto ha sido visitado .Visitado digo, pues las visitas han sido de paso rumbo al Paso del Norte y de ahí a la Tierra Prometida, dicen…
Quienes se asentaron en este desierto lo hicieron sobre infinitas llanuras apaches a quienes despojaron. De ahí la sangre, el polvo, la violencia ancestral que ha mojado a esta arena.
Hoy los tiempos no son diferentes. Los pueblos de ayer y los de hoy en nuestro desierto siguen manteniendo su lazo vinculante a través de la distancia. Un pueblo aquí otro más allá. Ayer poblados unidos  unidos por largas jornadas -en el trasatlántico del desierto- a caballo. Hoy las cintas de asfalto recorren a estas tierras pero la soledad es la misma.  Me siento hermanado con el escritor español[1] quien dijo:

Queda el pueblo en silencio. Las ventanas
han cerrado sus ojos. Pasa el río
más allá del silencio. Dos campanas
y un alto campanario en el vacío.



[1] Enrique Morón, Soledad

miércoles, 12 de enero de 2011

Un potrillo y un humano

Un buen amigo ranchero de estas tierras me comentó el dato curioso de nuestra especie humana donde llegar a ser una persona completa, madura y desarrollada es un portento pues hay infinitas variables e imponderables que pueden y de hecho frustran esa aspiración. Pensemos en William Shakespeare, cumbre de la literatura, y sin embargo su hijo murió sin saber leer ni escribir. De aquí podemos concluir que la especie humana requiere de tantos y tantos apoyos y cuidados por su gran fragilidad. No así sucede con otras especies vivas, por ejemplo un potrillo quien, a los pocos minutos de nacer, se pone de pie en sus cuatro extremidadades, se amamanta y sigue a su madre. El camino humano es largo y lento para desarrollarnos, crecer y aprender. Por ejemplo, tiene que transcurrir 1 año para que yo sostenga la cabeza y 1 año y medio para caminar, 2 años para articular algunas palabras y 4 años para comunicarme en el idioma de mis padres. Una vez que estoy escolarizado necesito pasar casi un tercio de mi vida estudiando los conocimientos básicos que me permitan participar en la sociedad como persona productiva y mi vida útil, en promedio, no va más allá del segundo tercio de la vida. Todo parece señalar que nuestra vida humana está llamada a manifestarse como un proceso de calidad más que de cantidad de años vividos.





miércoles, 6 de octubre de 2010

Los domadores



Para nuestra gente del desierto hay tres faenas inevitables. La primera es saber domar un caballo pero para domar un caballo antes hay que cumplir la segunda faena que es domar, mínimamente, la propia mente para respetar al caballo, para entenderlo y llevarse bien con él. Los jinetes cruzan estas tierras de sur a norte y de oriente a poniente a través de valles quietos que no se mueven, de árboles quietos que no se mueven. Los jinetes del desierto tienen una tercera faena inevitable que es domar los caminos hasta hacerlos familiares a fuerza de transitarlos. De ahí surgen las veredas y los camino de herradura. Estos son los domadores del desierto, gente que guía a su mente, gente que guía a su caballo, gente que doma los caminos.


miércoles, 28 de julio de 2010

Se dice, comúnmente, que es terrible estar preso en una cárcel y es doblemente terrible si se está siendo inocente. Sea como fuere la situación, estar preso es no poder disfrutar de la libertad de movimiento, ir de aquí para allá y no poder ejercer otros derechos asociados con la libre expresión y asociación. Sin embargo hay que darse la oportunidad para ver que ninguna prisión del mundo puede encerrar los pensamientos que viven en cada preso. Los pensamientos le pertenecen a cada uno. Cada cual puede ser gobernado por sus propios pensamientos, muchas veces perturbados o convertirse pacientemente en el conductor, el jinete que cabalga sobre sus pensamientos y los lleva a donde él decide. Esa es la máxima libertad y fortaleza humana. Ser dueño y señor de nuestros pensamientos y que ellos, como vientos favorables, hinchen la vela mayor de nuestra nave para llegar a buen puerto.

jueves, 29 de abril de 2010

De guitarras y espuelas

Hay expresiones del alma popular en el desierto que tienen ligas de hermanandad con muchas otras culturas. Dado que llevamos 500 años a caballo y con la guitarra al hombro es natural que de ahí se deriven dichos, proverbios que resumen admirablemente las cambiantes situaciones humanas de nuestra vida. Por ejemplo, cuando alguna persona presume de que las tareas serán muy fáciles, se le revira diciendo: fácil es decirlo pero otra cosa es con guitarra. En el arte de domar a los caballos, en la misma línea, no falta alguien que diga que esa faena es muy fácil y se le dirá: sí, pero otra cosa es con espuelas. El punto se resume en la afirmación de que, una cosa es la teoría y las promesas y ofrecimientos y otra cosa es, la práctica y el cabal cumplimiento de lo prometido, hecho con responsabilidad. Estos dichos tienen muchas aplicaciones y son útiles en estos tiempos difíciles y turbulentos  de nuestra vida en el desierto.

sábado, 6 de febrero de 2010

Levedad y velocidad

Pienso en los caballos. Pienso en los caballos domesticados hace unos 5,600 años, es decir, una fecha muy reciente para los 150 mil años de aparición del homo sapiens. Allá en la cultura Botai, en la estepa Eurasiática del mundo. Este hecho fue un verdadero salto en el mundo de la velocidad. Hasta entonces los humanos recorrían grandes distancias cazando y recolectando  a pie durante largo tiempo. El caballo domesticado les proporcionó una experiencia sorprendente de velocidad, agilidad y versatilidad. De ahí faltó un paso mitológico para imaginar a los caballos alados. Para el lento caminar humano,  ir por los aires del galopar,  fue una experiencia combinada de levedad y rapidez, no sólo física sino mental. Nuestro desierto,es incomprensible sin la presencia de los caballos que nos han permitido fluir, casi volar, en estos llanos que se antojan infinitos.