Desde hace 500 años el desierto ha sido visitado .Visitado digo, pues las visitas han sido de paso rumbo al Paso del Norte y de ahí a la Tierra Prometida, dicen…
Quienes se asentaron en este desierto lo hicieron sobre infinitas llanuras apaches a quienes despojaron. De ahí la sangre, el polvo, la violencia ancestral que ha mojado a esta arena.
Hoy los tiempos no son diferentes. Los pueblos de ayer y los de hoy en nuestro desierto siguen manteniendo su lazo vinculante a través de la distancia. Un pueblo aquí otro más allá. Ayer poblados unidos unidos por largas jornadas -en el trasatlántico del desierto- a caballo. Hoy las cintas de asfalto recorren a estas tierras pero la soledad es la misma. Me siento hermanado con el escritor español[1] quien dijo:
Queda el pueblo en silencio. Las ventanas
han cerrado sus ojos. Pasa el río
más allá del silencio. Dos campanas
y un alto campanario en el vacío.
han cerrado sus ojos. Pasa el río
más allá del silencio. Dos campanas
y un alto campanario en el vacío.
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