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Los hombres y mujeres del desierto desarrollan la herramienta de la observación. Pocas, pocas palabras con abundante observación. Tal vez ahí radica la fuerza sentenciosa de sus frases sabias. Como Esteban - amigo vaquero y ranchero- quien me dijo un día: Nadie le enseña a un caballo cómo correr.
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