Pienso en los caballos. Pienso en los caballos domesticados hace unos 5,600 años, es decir, una fecha muy reciente para los 150 mil años de aparición del homo sapiens. Allá en la cultura Botai, en la estepa Eurasiática del mundo. Este hecho fue un verdadero salto en el mundo de la velocidad. Hasta entonces los humanos recorrían grandes distancias cazando y recolectando a pie durante largo tiempo. El caballo domesticado les proporcionó una experiencia sorprendente de velocidad, agilidad y versatilidad. De ahí faltó un paso mitológico para imaginar a los caballos alados. Para el lento caminar humano, ir por los aires del galopar, fue una experiencia combinada de levedad y rapidez, no sólo física sino mental. Nuestro desierto,es incomprensible sin la presencia de los caballos que nos han permitido fluir, casi volar, en estos llanos que se antojan infinitos.
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