miércoles, 27 de julio de 2011

¿Qué necesito para pensar?

Así como se construyen ciudades y puentes, naves para cruzar los cielos y los mares y así como se aprende el arte de cabalgar en el desierto, así necesitamos aprender a pensar por nosotros mismos. He aquí una tarea formidable pues, pensar por uno mismo requiere una buena parte de claridad y consistencia en lo que se piensa antes de ser expresado. Hay personas que piensan luminosamente pero no tiene la contundencia para expresarse delante de otras personas y el miedo al ridículo, a la desaprobación o el rechazo las inhibe. En mi propia experiencia encuentro que el mundo personal de las ideas que tengo sobre diferentes aspectos de la vida y de la muerte, de la convivencia humana y el orden y armonía social que podemos construir, me ha retado para expresar mis convicciones. Para eso he reunido una dosis de valor. Un viejo maestro  de filosofía nos dijo: Expresa tus ideas con valor. Nadie te puede obligar... a pensar diferente. Me podrán retar y hasta desafiar en mi modo de pensar pero nadie bajo el cielo puede obligarme a pensar diferente. Pensar es un acto de libertad y de respeto y habita en la dimensión más recóndita de nuestra alma.


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