Derrota y victoria
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GPH |
Cada 4 años se celebra la realización de los juegos olímpicos de invierno,
los de verano y el campeonato mundial de futbol. Los ayer niños se preparan con
todo su ser para llegar a ser partícipes de esas competencias que son luceros
de primera magnitud en el cielo estrellado de los deportes. Las copas, las
medallas, el pódium con tres lugares están grabados en nuestra imaginación.
Sólo hay un primer lugar, sólo hay una medalla de oro, plata y bronce, una sola
copa. Después de esas horas de gozo y angustia, triunfo y dolor quedan 4 años
de espera para repetir el mismo ciclo de retorno. Algunos, poquísimos atletas y
deportistas podrán repetir, pero para la mayoría será presentación y despedida.
Mi querido Jorge Luis Borges anotó: La derrota tiene una dignidad que la
victoria no conoce. Quedarse con la medalla de plata o de bronce, alcanzar
un segundo lugar o el último se considera una derrota. Pero bien visto ¿quién
puede llegar a esas alturas? Sin embargo, para quien no se corona con el máximo
laurel todo lo demás tiene sabor amargo. Hay que ver el porte, el talante, la
expresión del rostro y la mirada, las lágrimas que brotan, el sudor que baña. Ese
conjunto de rasgos humanos tiene una dignidad e inspira respeto. Las
competencias son así y hay que preparase para todo –como en el combate- con
sangre, sudor y lágrimas. Esa dignidad del que no alcanza la cima nos muestra
que lo que cuenta es intentar, intentar siempre.
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