Los niños suelen ser curiosos, se asombran, se sorprenden.
Algunos de ellos lo son en grado superlativo si han contado con la dicha de un
ambiente familiar estimulante y que les aliente sus descubrimientos, a largo
plazo. Me encontré con uno de esos niños y en medio de la conversación se me
ocurrió preguntarle qué objetos de su casa le gustaban. Se quedó pensativo ,brevemente, para
definir su elección y me dijo: Me gustan los relojes con péndulo
y los espejos. –Y
…¿a qué se debe tu preferencia? Mira, me dijo, ellos trabajan
afanosos -aunque nadie
los escuche y nadie los mire. Escribir, investigar, caminar al amanecer, soñar,
son algunas acciones nuestras de cada día que, como el péndulo y el espejo no
necesitan de que alguien nos vean o nos escuche y las hacemos por el placer
mismo de nuestra elección.
-Inspirado por un poema de W. Szymborska
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