Barone |
Un anhelo humano extendido
en el tiempo y en el espacio es tener un techo propio. Desde ahí vemos
el mundo o desde ahí le damos la espalda. Sea como fuere, hay algo que queda
fuera de ese techo ¿cómo se llama lo de afuera?
Tienen nombres diversos como vagabundos, perros callejeros. Hace miles
,miles de años los perros silvestres fueron domesticados,
es decir, pasaron a vivir a la domus,
a la casa humana. Tanta confianza y familiaridad tienen con nosotros que,
algunos, comen de la mesa, duermen en la
misma habitación, son un miembro de la familia con derechos. Pero están los
otros, los que tienen a
la calle por casa y el cielo estrellado por techo. Si a estos pequeños
seres un día los domesticamos, los hicimos de nuestra casa ¿no tenemos la
responsabilidad de cuidarlos, respetarlos sobretodo cuando son callejeros, los
años se les vienen encima,cojean,pasan hambre y nos miran largamente? Todos los
seres callejeros -humanos y
domesticados- nos llaman, unos con
susurros y los demás sólo con la mirada. Darme cuenta de esta dimensión ha sido
como no sólo ver las hermosas flores y hojas sino también la corteza vieja y
quebrada de los árboles. Lo uno y lo otro son parte de la vida.
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