lunes, 1 de junio de 2015

Las manos y las mentes


La democracia, el gobierno del pueblo, tiene tantas caras como seres humanos. Es oportuno considerar alguna faceta y meditarla.  Cuando aparecen los candidatos en escena,  comienza el escrutino, la indagación sobre sus cualidades y brilla entre ellas la supuesta honestidad. Entonces surge, como espuma,  la pregunta sobre los dineros, las casas, las cuentas, el estilo de vida, los padrinos, los intereses que defiende, los conflictos de intereses. Pareciera ser que el principal examen está dirigido a saber si el candidato tiene las manos limpias o sucias, si las tuvo o imaginar si encaramado en el poder las mantendrá limpias hasta entregar su puesto. Pero en medio de esta indagación se olvidan otros aspectos igual o más preocupantes: el candidato  ¿tiene una salud mental?  Tema “tabú” que no se toca ni con pinzas.  Se parte de una cadena de suposiciones: lo seleccionó su partido y ellos han de saber si está sano;  él o ella dice que está  cuerdo y que sus motivos son altruistas y patrióticos. Ya sabemos ,en muchos casos, la historia resultante: robo, cinismo, adicciones, desorden personal y familiar, mentira. Una galería de pobrezas humanas dignas de un clínica de rehabilitación y no de un representante de los ciudadanos. No olvido la anotación de un gran ser humano: Las democracias observan más cuidadosamente las manos que las mentes de quiénes las gobiernan.[1]




[1] Inspirado por  A Lamartine (1790-1869) Historiador, político, poeta francés.

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