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lunes, 2 de marzo de 2015

Pepe se fue



Tan pronto como los políticos empiezan a subir la escalera", dijo, "de repente se convierten en reyes. No sé cómo funciona, pero lo que sí sé es que las repúblicas vinieron al mundo para asegurarse de que nadie es más que nadie. "La pompa de oficina, sugirió, fue como si algo quedó de un feudal pasado:  " -Pareciera que: Es necesario un palacio, alfombra roja, un montón de gente detrás de ti diciendo:" Sí, señor.   Creo que todo eso es terrible ".  Palabras de Pepe Mugica en una entrevista.  Pepe o el Presidente de la República Oriental del Uruguay se fue ayer. Terminó su tiempo, levantó sus cosas y se fue a su granja.  Misión cumplida.  El hombre que es conocido en todo el mundo por tu trayectoria ciudadana - sus 14 años en prisión-  y su congruencia entre la idea y la vida, entre el dicho y el hecho.  Por encima de todo su autenticidad que  no le llevó a la soberbia de dar  clases de humanidad y de gobierno a todos los  que conforman la clase política mundial.  Pepe ha hecho su camino.  Ahí está.  Pero ¿que sucede con los servidores públicos?  Pareciera que de boca para afuera lo alaban pero les es incómodo tener a un hombre así.  La clase política se desvive, muere y mata por tener la otra vida, la vida de las mieles del poder.  Salvo honrosas excepciones claro está, muy pocas. Sí, ante estas palabras hay silencio, un encogerse de hombros, un "mirar para otra parte" en el selecto mundo de los primeros ministros, magistrados, presidentes, diputados, senadores y hasta los minúsculos alcaldes de pueblo  -que suelen guardar dentro de si a un pequeño o gran rey, al cual hay que decir:  ¡Sí señor, lo que usted mande señor!

martes, 22 de octubre de 2013

Arte fallida




Una casa puede simular que es más moderna y
la piel de una persona se puede estirar para simular juventud y
usar ropa cara para simular riqueza o
acumular datos para simular conocimientos
pero al cabo de la tarde de la vida sucede lo que el buen Jorge Luis Borges vio con su mirada interior:
Al cabo de los años, un hombre puede simular muchas cosas pero no la felicidad.
Simular es arte fallida; representar algo, imitando o fingiendo lo que no es.