Un viejo amigo que conocí en un viaje fue reportero para un periódico durante años. Se llamó Roberto. El cubrió, principalmente, zonas conflictivas fuera por razones naturales como terremotos, fuegos, aludes, tsunamis o lugares de desgracias por causas humanas como los frentes de guerra. Libró mil batallas y termino su vida cubriendo una emergencia humanitaria en Grecia. Me contó que llegó a un pueblo fantasma que había sido borrado del mapa por un terremoto. Todo fue desolación y los sobrevivientes fueron reubicados en un nuevo poblado. Esta historia dentro de lo trágico es familiar en la historia humana, pues han desaparecido hasta civilizaciones completas. Hoy recuerdo a Roberto pues, sabiendo sobre esta condición humana, Issa escribió un mínimo poema:
Si había humanos,
había moscas…
y Budas
Donde hubo humanos…llegada su muerte, las moscas dieron cuenta de sus vísceras y de su excremento y hasta las imágenes de piedra que adornan los templos y los caminos pasan… Este mensaje muestra lo efímero de toda vida y de las creaciones salidas de las manos humanas. Para Issa no hubo diferencia entre humanos, moscas y Budas pues todos los seres le despertaron igual admiración por estar sujetos a la misma condición.
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